Los Inmortales son una raza especial de hombres que sólo pueden morir decapitados entre sí. Fueron apareciendo a través de los siglos, viviendo entre nosotros silenciosamente. Unos estaban del lado del bien, otros del lado del mal. Una maldición los obligaba a luchar entre ellos porque, al final, sólo podía quedar uno. McLeod (Christopher Lambert) -el escocés- fue el superviviente.
Años después del último duelo, Connor McLeod experimenta de nuevo, inexplicablemente, la convocatoria a continuar la lucha con un nuevo enemigo más poderoso que todos los anteriores. Kane (Mario Van Peebles), el más cruel de todos los Inmortales, se enfrentó con el gran hechicero Nakano, el más poderoso de los partidarios del bien, allá por el siglo XV. Nakano le tendió una trampa, dejándose decapitar por Kane. Este adquirió todos los poderes de Nakano, pero quedó sepultado vivo, bajo tierra, para toda la eternidad.
Ahora unas modernas excavaciones en Japón, dan la oportunidad a Kane de regresar al mundo exterior y partir en busca del superviviente. La maldición vuelve a hacerse efectiva y, al final, sólo podrá quedar uno vivo.